Mis letras se han desparramado sobre la hoja, sobre la mesa y gota a gota han caído, suavemente, casi en silencio hacia el piso y han corrido por las rendijas, obstáculos invisibles hasta expandirse infinitamente. Casi no las veo.

Se han llevado, el inicio de la primera página de mi libro o un verso,  una idea, una palabra o un pensamiento. 

se han extinguido en su extensión infinita, se han convertido en nada; pero la nada es el todo.

Ahora vuelvo; comienzo de nuevo....espero paciente.
 

Hoy, he amanecido cansado. Cansado de que mi mente corra vertiginosamente buscando alguna respuesta de preguntas que aún no se han creado.
¿Entonces, de qué huye mi mente?
Pareciera que sólo la velocidad lo tranquiliza. Pero, ese proceso agobia, me hunde en el vacío, un vacío que sólo existe dentro de mi mente. 
Entonces, me siento, observo cómo fluye el tiempo y sólo mi mente corre vertiginosamente.

 

Es la pregunta que muchas veces he repetido últimamente, porqué escribir, cuál es la necesidad. 
Comenzar, después de muchos años de no hacerlo, tengo que decirlo, ha sido muy difícil; pero, bueno, aquí estoy desafiándome y desafiando mi destino.

Entonces, por qué escribo:

Escribo para escucharme.
Para saber lo que mi mente piensa.
Para ver si me contradigo o no estoy de acuerdo con lo que escribo.
Sólo para sentir que estoy vivo. Es decir, sentir que, aún mi alma piensa.
Escribo para leerme, aunque sea sólo el último aliento de mi ser racional.
Escribo por la necesidad de escribir.
Escribo porque sencillamente existo.
Escribo porque el tiempo se puede ir.

 
Nuevamente tratando que mi imaginación no me juegue una mala pasada y mi memoria se borre inclusive en este blog.
 
¡Increíble!

He vuelto a un oficio que en forma intermitente se había dormido en las lecturas de mis sueños o en la imaginación de mi mente; pero ya despierto, mis letras comienzan a renacer en busca de un momento de luz o quizás, de una tenue oscuridad que deja de luchar por mantenerse en mis fronteras mentales.